miércoles, 12 de enero de 2011

más contradicciones humanas


Qué contradictorias somos las personas. Creo que es un misterio con el que nos topamos al querer comprender al ser humano. Es un elemento que no podemos dejar de considerar cuando tratamos de entendernos: y es que muchas veces hacemos lo que no queremos, y lo que queremos hacer no lo hacemos. Algunos lo pueden llamar fragilidad, otros falta de fuerza de voluntad, indecisión quizás, desorientación, qué se yo... ¿por qué somos así? ¿por qué nos es difícil hacer lo que en el fondo queremos hacer?

La que quiere dejar de comer en exceso y no puede; el que quiere dejar de ver a su enamorada como un objeto, pero en determinados momentos de "miopía" se siente esclavo de sus pasiones; aquella que quisiera esperar una relación estable y sincera, pero no se resiste a la fugacidad y emoción de una relación de una sola noche, a un travieso beso, o "tal vez algo más"; aquel que quiere dejar de ser un ogro en la casa, que quiere ser generoso, que quiere aprender a perdonar, pero ante este u otro familiar se siguen disparando encontrones llenos de impaciencia, conflicto y falta de amor;...y después de todo esto, después de ceder a mis pasiones, a mis rencores, a mis dudas o inseguridades, a mis ambiciones, a mis vicios, después de eso me siento vacío, solo, triste, insatisfecho, tal vez frustrado: "esto no es lo que buscaba", "esto no es lo que quiero"...

Tantas cosas, tantos ejemplos, en tantos ámbitos, de muchas maneras experimentamos esta "ley" en nuestro ser, tantas veces que hago lo que no quiero, y lo que quiero no lo hago... ¿por qué nos cuesta tanto? ¿qué hay dentro de nosotros que nos impide ser coherentes con facilidad?

No se, pero a este "misterioso elemento de contradicción" le puedo atribuir las consecuencia y gravedad de lo que los cristianos llamamos "pecado"... hay mucho por dialogar sobre ello, mucho por escudriñar, y con ello buscar la verdad.

Hoy en día la noción de pecado se está perdiendo, o tergiversando, a tal punto que no se comprende su naturaleza, su fuente y sus graves consecuencias. Somos asiduos consumidores suyos, y sufrimos sus malestares sin saber de él, incluso desarrollando tipos de "anticuerpos" que nos vuelven insensibles ante sus mortíferos efectos.

Es tiempo de dialogar, de buscar la verdad. ¡Cuántas personas andan buscando respuestas para comprenderse, para ayudarse y ayudar a los demás! Por ello es necesario encontrar puentes adecuados que permitan a las gentes identificar las manifestaciones de su ser y su accionar con una sana antropología que considere la realidad del pecado como un elemento sin el cual el ser humano es más enigmático de lo que ya es, dando amplia entrada a pseudo respuestas, muchas de ellas bastante lejanas a la fe.

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