viernes, 4 de febrero de 2011

Soneto a la Misericordia de Cristo


Mi mano de la tuya se ha soltado

y no es fuerza extraña sino las mías

que aún viendo en la cruz tus agonías

oculto a tu vista abrazo el pecado.


Mas de tus ojos oculto no he estado,

presto han caído lisonjas vacías

y en viéndome hundirme en tierras baldías

tus ojos benditos por mí han llorado.


Y apenas mi rostro vuelto a mirarte

y hallándote en vela por mí esperando

querello a mi corazón por no amarte.


Mas no se puede amar sino entregando

y por ti movido vengo a ofrendarte

que no he de bien amarte sino luchando.


Marcelo R.


¿Por qué Señor, por qué abandonas a tu hijo?

Sabes que te busco, mi corazón no se cansa nunca.

Y caigo.

Sabes que me vuelvo dócil a Ti, a tu plan.

Y caigo.

Mi corazón intranquilo busca el bien, busca la verdad.

Y caigo.

Voy corriendo tras de ti.

Y caigo.

¿Por qué Señor, por qué abandonas a tu hijo?

¿Por qué me abandonas Señor, no corro tras de ti?

Corro y corro.

Caigo.

Troto, troto

Caigo.

Camino, camino.

Caigo

Me arrastro y arrastro.

Caigo.

Caigo y caigo.

Caigo.

¿Por qué, por qué, por qué me abandonas Señor?

¿Acaso no estoy caído hacia Ti?

Dolor es el que siento en mi corazón, Señor…

El sabor amargo brota como el agua cuando un vaso se quiebra al caer.

Y acá, sólo, triste repito

¿por qué Señor, por qué abandonas a tu Hijo?

Y viene alguien y me detiene

¿qué haces ahí?

¿Por qué te burlas? ¿Por qué me detienes?

¿No ves que voy?... pero voy.

¿Pero estas en el suelo?

¿Yo? Pobre hombre alejado de Dios, no entiende nada de la vida,

no entiende de Dios.

Y su voz va desapareciendo.

Y ahí… alejándose se va el hombre,

Escucho sus pasos, serenos, tranquilos…

No quiero ver su camino, se va en otra dirección. No quiero voltear

pero el dolor es más fuerte…

Y volteo, y volteo, y volteo…

Y como un destello fulminante apareces

¿Por qué Señor me tenías abandonado tanto tiempo?

¿Acaso no sabes cuánto me duele?

Y en silencio señalas el camino.

Veo las huellas y no son las mías.

¿Qué tengo yo entonces para que me busques?

Nada, sólo tú… ánimo camina… arriba, arriba.

Y ahí, pobre, tan pobre, lleno de lágrimas en la mejilla me levanto

Con la esperanza de no olvidar mis pasos invisibles.

Con la esperanza de no olvidarme nunca de Ti Señor.

De pronto me doy cuenta que puedo volar.

Y resplandece mi rostro, estoy más cerca del Cielo.


Jose Luis C.

¡Debo Cambiarte, Mundo!


Mundo ingenuo
que crees poder vivir lejos de quien te creo,
Mundo que arrastras penas y mentiras,
que culturizas con muerte a las personas.

Mundo que crees ser astuto para disfrazar la desgracia en bondad,
que atas con cadenas de vicio a quien está débil.

Mundo oscuro,
cubierto de tinieblas,
que quieres iluminar a la gente con tu luz,
una luz falsa y finita,
que al terminarse ciega en abismos negros de terror.

Mundo que quisiste amarrarme a tu desgracia,
que me tentaste con máscaras malignas,
que me deseaste el peor mal dándolo como bien…

Mundo,
hay alguien que vino para estar cerca a nosotros,
quien me dará alegrías y verdades,
quien me ha elegido para construir la cultura del amor.

Hay alguien que es verdadera bondad,
quien es la fortaleza del débil,
quien me vistió con la armadura del amor
y me entregó la espada y el escudo,
es Él quien comanda mis filas.

Es Él quien da luz a los corazones,
quien enseña a amar en la verdad,
quien es luz eterna y me da vida,
quien me libera de las cadenas y me forma en virtud.

Mundo,
no has ganado nada,
la batalla recién comienza,
los corazones están naciendo fuertes,
el Señor Jesús me comanda
y la Virgen María me aconseja.

¡Te declaro la guerra!
¡Debo cambiarte, Mundo!

Jorge Armando V.