viernes, 4 de febrero de 2011

Soneto a la Misericordia de Cristo


Mi mano de la tuya se ha soltado

y no es fuerza extraña sino las mías

que aún viendo en la cruz tus agonías

oculto a tu vista abrazo el pecado.


Mas de tus ojos oculto no he estado,

presto han caído lisonjas vacías

y en viéndome hundirme en tierras baldías

tus ojos benditos por mí han llorado.


Y apenas mi rostro vuelto a mirarte

y hallándote en vela por mí esperando

querello a mi corazón por no amarte.


Mas no se puede amar sino entregando

y por ti movido vengo a ofrendarte

que no he de bien amarte sino luchando.


Marcelo R.

2 comentarios:

  1. Mas no se puede amar sino entregando...

    A veces, dudo y en la duda me flagelo,
    no quiero dudar,
    no quiero que dudes,
    sabed, Señor ¡cuanto os quiero!.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu visita y comentario.
    Saludos!

    ResponderEliminar